
Supongo que a estas alturas todos hemos escuchado algo acerca de los productos alimenticios elaborados con carne de caballo pero etiquetados como vacuno que han alarmado a la par que ruborizado a nuestra vieja Europa desde que el pasado mes de enero la información se hiciera pública. Este grave desliz constituye como mínimo un fraude de consumo que provoca dudas razonables sobre la efectividad de los controles comunitarios entre unos compradores a quienes no les queda más que la certeza de que no es oro todo lo que reluce a pesar de lo que recen las etiquetas... Y eso que, ¡ojo al parche!, estamos hablando de productos para humanos. Pero volviendo a nuestro terreno, este escándalo nos ha llevado a recordar un rumor sobre materias primas que salpicó el mercado de productos para mascotas hace unos años al afirmarse que el secreto del éxito de muchos juguetes de peluche para gatos radicaba en que estaban elaborados con piel canina y felina. Y, visto lo visto, quizá lo que a priori parecía un simple bulo podría tener algo de verdad (porque cuando el río suena...)