19 de mayo de 2014

Cuando un amigo se va...

Hace unas semanas leí casi entre lágrimas la entrada que Melisa Tuya dedicó al tema de la pérdida de un animal de compañía en su blog En busca de una segunda oportunidad. Abordaba el tema tranquila y serena, como ella sabe hacerlo, pero hablar de esto siempre resulta duro porque aunque así debe ser, ese "Se irán y nosotros lo veremos" con el que arrancaba su reflexión me hizo estremecer.

Es ley de vida que los humanos, por norma general, sobrevivamos a la mayoría de nuestros animales de compañía: la esperanza de vida media de perros y gatos caseros ronda los 15 años (dándose casos que llegan a cumplir 18, 19 o incluso 20) pero antes o después llega la hora de decir adiós, algo para lo que nunca, jamás, se está preparado. Y es que además del choque emocional que la muerte de nuestro animal supone y del luto que le sucede son muchos los detalles mundanos a los que deberemos enfrentarnos en unos momentos duros en los que es difícil mantener la cabeza fría y en los que seguramente no estaremos para nada ni para nadie. Y de esos pasos y obligaciones tras el óbito es precisamente de lo que hoy queremos hablaros, dejando de lado toda clase de morbo sobre un tema doliente como este pero sin olvidar que no está de más estar informados al respecto.

Tras el fallecimiento de nuestro animal de compañía lo primero que deberemos afrontar es qué hacer con el cadáver, ya que en base a la normativa autonómica y nacional vigente el tratamiento del cuerpo de nuestra mascota, más allá de los sentimientos, es un tema de salud pública y las opciones que se dan al propietario son dos, la incineración y el entierro, siendo la primera la más habitual.

Fría legislación aparte, el respeto por el sufrimiento de la familia se va imponiendo y poco a poco van surgiendo tanatorios y funerarias para mascotas, como San Francisco de Asís en Córdoba, Prinascán en Gijón o Beti Zurekin en Guipúzcoa, espacios especializados en dar un final y una despedida dignos a nuestro fiel compañero, aunque lo más habitual es que nos pongamos en contacto con nuestra clínica veterinaria para que nos ayuden con los trámites propios del trance.

Volviendo sobre la incineración, sea en tanatorio privado o concertada a través de un centro veterinario, nos encontraremos con dos opciones, la colectiva y la individual. Esta última es una modalidad algo más cara pero que cada vez más propietarios eligen en pos de poder recuperar las cenizas de su mascota bien para conservarlas en urnas diseñadas y decoradas exprofeso (con motivos de huellas, huesos, pescados...), convertidas en cuadros, esculturas, diamantes... o bien para esparcirlas en el lugar favorito de su perro o gato. La posibilidad de presenciar la cremación desde una habitación expresamente habilitada es un extra cada vez menos sorprendente, siendo este el momento elegido por muchos propietarios para dedicar su último adiós al amigo que se fue.

En cuanto a la alternativa de la inhumación, lo cierto es que a fecha de hoy son muy pocos los espacios reservados en España a tal fin, aunque es esta una modalidad muy extendida en otros países. Entre los cementerios de animales que hemos podido localizar destacan El último parque (Madrid), L'última llar (Tarragona), The Loved Ones (Torrelles de Llobregat, Barcelona) o Cementerio SENA (Montserrat, Valencia) espacios especializados en los que se ponen a disposición de las familias desde tumbas monumentales hasta humildes fosas en suelo donde enterrar a sus mascotas además de columbarios en los que depositar la urna con las cenizas. De la mano de los enterramientos viene la fabricación y comercialización de lápidas, ornamentos y ataúdes para mascotas, estos últimos disponibles en diferentes tallas para dar cabida a toda clase de animales.

Una vez hayamos dado paz a los restos, aún nos quedará un trámite más: si nuestro animal de compañía tenía chip deberemos solicitar la baja del mismo en el registro de identificación autonómico en el que estuviera inscrito así como en el censo municipal presentando para ello un documento que certifique la defunción firmado por nuestro veterinario, con el fin de evitar futuros problemas administrativos al respecto.

Y hasta aquí llegaría la exposición de las gestiones formales más inminentes tras el fallecimiento, habiendo dejado un poco de lado en esta entrada la compleja esfera de lo emotivo. Y es que tras la muerte de un animal, muchos propietarios entrarán en una fase de luto más o menos evidente que algunas personas de su entorno no comprenderán pero que es lícita y necesaria tras la pérdida de un ser querido. El duelo por un animal ayuda a superar la ausencia y el vacío pero tiene sus etapas y lleva su tiempo. Se trata de sentimientos normales por los que tarde o temprano todos los que compartimos nuestra vida con algún animal tendremos que sufrir... Pero antes de todo esto, y volviendo a tomar prestados los pensamientos de Melisa Tuya, mientras nuestros perros, gatos, conejos, hurones, pájaros, iguanas, hamsters o pececillos de colores estén aquí, seamos conscientes de ello y disfrutemos a su lado tanto como podamos. Mientras estemos en este mundo avancemos riendo, jugando, corriendo y gozando, porque sí, ellos se irán, pero si aún están a nuestro lado eso es lo realmente importante... Así que una vez cumplido el trámite de la información no vayamos más allá ni suframos por adelantado, que para todo lo que tenga que ser (y que indudablemente será) ya habrá tiempo cuando toque pero, mientras tanto, carpe diem.

Para saber más: Además de los enlaces incluídos en el texto, os dejamos otros artículos que nos han servido en la redacción de esta entrada.

Nota: Al describir los servicios funerarios no hablamos en ningún momento de precios, pues varían mucho de una empresa a otra y dependen además del tamaño y peso de nuestra mascota. Pero independientemente de esto es obvio que cuanto más rico y pomposo sea todo, más caro resultará... Al fin y al cabo, estamos hablando de un negocio, el de la muerte, apenas afectado por la crisis e incluso en alza en los últimos años...

6 comentarios:

  1. Cada pérdida de un miembro peludo de nuestra familia es diferente y así es su proceso de duelo, igual que en las pérdidas humanas.
    Nunca podremos llenar el vacío dejado con la adopción de otra mascota, pero con el tiempo nuestro dolor se irá transformando en una inmensa gratitud y amor por haber compartido un trecho de vida con ese ser.

    A pesar de que mucha gente no lo comprenderá, tenemos derecho de sentirnos mal inicialmente e ir realizando el trabajo de duelo a nuestro ritmo. En eso ayuda poder enterrar a nuestro amigo (cumpliendo algunos normas, en ocasiones también en nuestro propio jardín: preguntar en el ayuntamiento) o traernos sus cenizas a casa y crear un espacio especial. Y aunque al principio nos duela y no podemos ver sus cosas, es mejor no tirarlo todo. Cuando hayamos pasado lo peor los recuerdos y algún que otro objeto nos reconfortan.
    Cuando perdí a Charlie después de más de 20 años juntos, tardé meses en poder poner una foto. Pero ahora agradezco haber guardado pelo suyo (y de mi primera gata que murió hace 13 años) para transformarlo en unas joyas muy especiales y de alguna forma honrar esos vínculos.

    Se por experiencia propia que se pasa muy mal y no nos gusta pensar en ese momento... pero creo que ayuda a afrontar el trance mejor si tenemos claro que va a pasar después.

    Un saludo.

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    1. Sabemos, Mi Miga, que este no es un tema agradable... La muerte, ¿quién quiere que le hablen de eso y mucho menos de los trámites a afrontar después de la de un ser querido? Pero, como dices y como nosotros pensamos, es más fácil enfrentarnos el trance si sabemos y tenemos cierta idea de lo que va a pasar después, tanto a nivel administrativo como emocional...

      Gracias por tu comentario y por compartir vivencias y recuerdos.

      ¡Nos leemos!

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    2. Quisiera añadir algo mas, que se me quedó en el tintero y que muchas veces no se tiene en cuenta: También los compañeros peludos de ese ser que cruzó el puente del arco iris pueden estar de duelo, a veces tan severo que no sólo dejen de jugar, sino de comer... Cada gato es un mundo y cada caso distinto, pero por norma general es aconsejable esperar con adoptar a un nuevo amigo hasta que también ellos estén preparados para evitar rechazos.
      Un saludo.

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    3. Efectivamente, el luto de los animales es una fase que hay que respetar, igual que el de los seres humanos. Y es importante, como dices, que ellos estén preparados si se decide introducir un nuevo compañero. Las prisas nunca son buenas y es mejor dejar que el tiempo cure las heridas del alma de todos y cada uno de los miembros de la familia antes de volver a adoptar ;)

      Mil gracias por comentar, Mi Miga.

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  2. Interesante la entrada. Yo soy de las que piensa que aunque no guste adelantarnos a los acontecimientos, efectivamente, ese momento llegará (ojalá más tarde que pronto), y siempre es bueno estar informado al respecto. Pero eso sí, mientras tanto... carpe diem, como vosotros mismo decís al final del post :)

    Besotes

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    1. Por supuesto, Luna y Zeus. No podemos dejar que las preocupaciones nos echen a perder el día a día, pero hay cosas de las que es mejor estar informados de antemano. Eso sí, ojalá nos hagan falta dentro de mucho, muchísimo tiempo.

      ¡Ronroneos y gracias por leernos y comentar!

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